Siguiendo la definición de Didi-Huberman, los pueblos (ya con su propia existencia en peligro) están expuestos a desaparecer por el hecho de estar amenazados en su representación, la incesante reproducción estereotipada de imágenes que los subexponen los convierten en pueblos borrosos o rostros desnudos. Desde los comienzos del cine en el Ecuador la representación de los pueblos indígenas, ha estado marcada por modelos jerárquicos de producción audiovisual donde prima una mirada hegemónica y etnocentrista. Varios factores culturales y sociopolíticos, sumados a la llegada de nuevas tecnologías audiovisuales (económicas y portables) han permitido que en la actualidad esos pueblos expuestos a desaparecer empiecen a autorrepresentarse, cuestionando y problematizando las imágenes que los han representado históricamente.
Este texto analiza dos ejemplos de realizadores y realizadoras indígenas y su aporte al cine ecuatoriano, poniéndolo en discusión con los modelos de producción y representación cinematográficos ortodoxos; planteando rupturas que podrían influir en la construcción de nuevos modelos de estructuras narrativas, nuevas historias y nuevas maneras de hacer cine (formación, producción, financiamiento, distribución). Desde su punto de vista, se pone en diálogo la diversidad de miradas existentes dentro de estos territorios y sus maneras alternativas de autorrepresentarse desde el ser y pensar Kichwa, creando nuevos imaginarios audiovisuales que reivindican un nuevo lugar de enunciación frente a las prácticas hegemónicas precedentes, para reafirmar, promover y preservar la memoria histórica.